Parto prematuro: antes de lo esperado

Se define “parto prematuro” a aquel que se presenta entre las 22 y 37 semanas de embarazo. Se considera que entre un 5% y 10 % de los embarazos presentan esta complicación. Nacer antes de las 37 semanas de gestación, cuando el feto aún no completa la maduración de todos sus órganos, es una de las causas que mayor impacto tiene en la salud de los recién nacidos. Los problemas observados pueden ser variables, dependiendo del peso de nacimiento, la edad gestacional al nacer, la existencia de malformaciones fetales, la etiología (causa) responsable del parto prematuro y las características de la unidad de cuidado intensivo que atienda al recién nacido.

Los avances en la tecnología en la última década, han disminuido la mortalidad y los problemas de salud en el recién nacido. Pero aún es un problema de salud en todo el mundo.

El parto prematuro puede ser subdividido en tres entidades:

  1. Idiopático, o sin causa conocida. Aquel en que el primer evento detectable es la aparición de contracciones uterinas regulares, a consecuencia de las cuales se produce el parto.
  2. Resultante de la rotura prematura de membranas ovulares, antes de las 37 semanas de edad gestacional.
  3. Iatrogénico, aquel que resulta de la interrupción médica prematura del embarazo debido a una enfermedad materna y/o fetal.

Cada uno de estos tres grupos corresponde, aproximadamente, a un tercio del total de partos prematuros. Respecto del parto prematuro idiopático o sin causa conocida, existen una serie de circunstancias predisponentes, como factores previos a la gestación y otros propios del embarazo actual.

Estos factores de riesgo deben ser evaluados durante el control prenatal, pues en algunos casos su manejo adecuado reduce la probabilidad de prematurez.

El trabajo de parto prematuro idiopático era, hasta hace pocos años, considerado una enfermedad única. Sin embargo, las investigaciones conducidas en esta área han modificado ese concepto. Hoy en día es concebido como un síndrome; es decir, una enfermedad causada por diferentes factores.

Son de particular relevancia las causas asociadas a infecciones del tracto genital, reducción del aporte de sangre a la placenta, sobredistensión uterina (embarazo múltiple) y aquellas causas vinculadas a estrés físico y mental de la madre.

El diagnóstico se basa en la presencia de contracciones uterinas, coordinadas y frecuentes, asociadas a modificaciones del cuello uterino (dilatación y/o borramiento).

Respecto del tratamiento, posiblemente el más efectivo está relacionado con estrategias de prevención.

En el control prenatal se debe realizar una pesquisa en aquellas pacientes con factores de riesgo epidemiológico de parto prematuro. Detectada una paciente de riesgo, debe ser controlada en forma frecuente y se deben tomar las medidas necesarias, tales como:

  • Una disminución de la actividad física o reposo absoluto.
  • Un contacto frecuente con personal médico.
  • Un tratamiento de patologías asociadas a mayor riesgo de parto prematuro (infección cervicovaginal y urinaria, entre otras).
  • Un examen vaginal (o ultrasonido) desde las 24 semanas de gestación y cada 14 días, para pesquisar en forma precoz la aparición de modificaciones del cuello uterino (especialmente relevante en embarazos múltiples).

Cuando esta estrategia preventiva falla y la paciente presenta contracciones uterinas frecuentes, debe ser hospitalizada para, aparte de tratar de precisar la causa, administrarle medicamentos con el objetivo de detener las contracciones y realizar una eventual maduración de los pulmones del niño.

Lee el documento sobre la prevención del parto prematuro del Minsal

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